Hola 2018. Allá voy.

12 de enero de 2018

Hola 2018. Ojalá y hayáis tenido un buen comienzo de año. Llevo 10 días leyendo cantidad de objetivos y propósitos para este año que empezamos. Me he vuelto algo más fría en los últimos tiempos. Lo reconozco. Quizás porque yo misma idealizo en mi propia mente muchas de las cosas que luego en la vida real no suelen ser así. Asi que [últimamente] voy con mi coraza. Yo, al igual que la mayoría, al acabar siempre los años, me empiezo a montar en mi cabeza un montón de cambios y mejoras para hacer en los próximos meses. Y es eso, ``para hacer´´porque nunca las llego a hacer, o a terminar, que al fin y al cabo viene a ser lo mismo. Llevo bastantes días, -semanas- sin parar de pensar sobre esto porque no sólo me pasa a final del año. Me pasa casi a diario. Me marco más cosas de las que puedo hacer, me impongo tareas y retos a veces imposibles, y lo hago yo misma. {YO MISMA} me creo algunos de mis problemas y me complico. Ser exigente con uno mismo es bueno siempre y cuando no se lleve al extremo. Y en mi caso, a veces lo rozo y es cuando llegan los malestares. 
Me hace gracia cuando amigas, conocidas, veo que se comparan con otras chicas {o personas} en muchos aspectos de su vida. Y digo que me hace gracia, porque ese no es mi problema. En mi caso, siempre, desde que era un mico competí conmigo misma. Queriendo siempre superarme. Eso, lógicamente, a la larga puede llegar a la frustración si no se controla. No soy una persona envidiosa y me cuesta entender la envidia como tal. Pues pienso que todos tenemos herramientas [aunque diferentes] para marcarnos nuestras propias metas. Y si algo no te gusta, o si algo lo deseas tanto como para llegar a envidiarlo, plantearte qué es lo que puedes hacer para al menos intentar acercarte a ello y ponerte manos a la obra.

Al escribir este POST me he dado cuenta de los temas que me gustaría abarcar aquí {demasiados} y de la cantidad de cosas que podría contaros. Siempre desde mi persona, mi experiencia y mi caso personal-profesional. De vez en cuando, me encuentro algún comentario en alguna de mis fotos de Instagram donde me dicen que es fácil idealizar todo con la vida que tengo. NO. No es así, no estoy de acuerdo.
Primero; si una persona se cree que la vida de otro se resume en 30-40 fotos/ mes de bodegones, shopping, lifestyle, looks o algún viaje está muy equivocado. Mismamente, yo tenía el blog/instagram en mi momento de divorcio y todavía mis seguidoras me decían que ``envidiaban´´mi vida. Resulta que en ese momento vivíamos con mi madre, pero nadie lo sabía. Y no lo sabían porque yo no puse nada. He tenido que poner este ejemplo, aunque no me guste, para que entendáis, veáis, que nadie puede guiarse por ninguna apariencia. Y digo las redes sociales, en mi caso, porque es mi herramienta de trabajo. Pero en la vida cotidiana veo que pasa lo mismo. Vas a comprar el pan y ves a la típica familia, bien vestida, intercambiándose besos, sonriendo... y ya queremos parecernos a ellos. Y ya una voz interior nos dice que de alguna manera son más felices que la tuya, tu familia. ¡¡Noooooo!!, no sabemos lo que realmente se cuece en su casa. Supongo que esto hay que trabajarlo. Y a mí no me ha quedado más remedio, porque una mente como la mía que siempre tiende a idealizar, puede encontrar pronto la frustración si algo no lo consigue. Pero no es fácil. Mentiría si os dijera que no tengo mis días complicados. De hecho, no me apetece decir que el 2017 me ha traído cosas maravillosas, porque ha sido un año agotador en cuanto a mi vida personal, y aunque acaba mucho mejor de como empezó, he tenido que convivir con muchas trabas para estar tranquila y vivir mi propia vida como merezco.
Son dos cosas diferentes, la envidia, a veces enfermiza, de personas que critican a otros porque en su interior algo les molesta de ese alguien. He leído mucho sobre esto, ya que como os decía antes, a veces me cuesta entenderlo. Por lo visto, dicen los psicólogos, que, cuando te molesta algo de alguien al que no conoces es porque hay algo en ti que desea hacer eso mismo, y sientes tanta impotencia y rabia que no te deja alegrarte por los demás. Se cataloga como una emoción negativa que siempre genera un malestar que implica un deseo frustrado por lo que el otro tiene, ya sean cosas materiales, cualidades físicas o situaciones personales; el caso es que se crea un sentimiento de inferioridad importante.
A ver, también mentiría si os dijera que nunca me he comparado, ¡¡claro que sí!! he tenido muchas etapas en mis 28 años pero ``presumo´´ de que de corazón me alegro por los demás y no siento envidia nunca. La comparación social no debe sobrepasar el límite [normal]. Me doy cuenta que cada vez más las personas no paran de pensar que la vida es una injusticia, comparando constantemente, los unos con los otros. Y si nos paramos a analizar, siempre con alguien ``que tiene más´´, ``que parece más feliz..´´. Pensamos en esa chica que nos parece guapa, en la que se acaba de comprar una casa, en la que vive {supuestamente} enamorada.. No pensamos nunca en ese que tiene incluso alguna desgracia física y ni siquiera está en su mano ``mejorar´´su aspecto. O tampoco en esos a los que hoy mismo habrán despedido en su trabajo, ni a los que les han tenido que embargar la casa. Parece que esos no existen para los envidiosos.
Todo esto se debe siempre a un sentimiento de inferioridad y de una baja autoestima y no es otra cosa que seguir haciéndose más daño a uno mismo.
Y yo, reconozco que tengo una madre y una abuela atípica, al menos valorando y analizando a las madres y abuelas de conocidas, amigas; me lo parece. Recuerdo que cuando a lo mejor mi madre escuchaba los típicos chismes del cotilleo de la tv, decía en alto, como hablándoles (por si acaso le llegaban a escuchar, debe ser, jaja): ``¡¡pero tú qué sabrás!! si la chica lo ha dejado por un motivo u otro.´´Y podría contaros mil ejemplos, pero nunca he escuchado a mi madre hablar sin saber, o juzgar o criticar típica chismosa. De hecho, me ha regañado muchas veces cuando me ha oído hacerlo en todos estos años.
Por eso, quizás, cuando maduré ya me salió ese don suyo, de no fiarme nunca por lo que veo. De no hablar sin saber. De si una persona tiene o no tiene, de si es feliz o no lo es, o de si su marido es o no perfecto. Recordando aquí gran frase de mi madre: LA PERFECCIÓN NO EXISTE. Sí, muy típica, pero que si todos pensáramos así, no existirían muchas de las críticas que se oyen diariamente. Primero, porque nunca sabemos lo que pasa en casa de nadie y el porqué una persona actúa de una determinada manera. Segundo porque lo que no se puede es criticar a las chicas súper delgadas, y luego cuando vemos a una chica obesa danzando en la playa en bikini se le critique porque resulta que qué vergüenza. O criticar a la que no trabaja fuera de casa y se queda cuidando de sus hijos, pero resulta que cuando ella es madre no puede con su vida porque un hijo nace, sí, lo más maravilloso, pero lo que no sabía es que esa chica a la que criticaba y colgaba momentos en sus redes sociales idílicos se guardaba [para ella]el no dormir, el sufrir por todo o casi todo, por ducharse a trompicones o con el cuco y su bebé delante porque estaba sola en casa, y un largo etcétera. Resulta que es mucho más duro que a lo mejor ponerte medio guapa, coger tu coche, llevar al niño a la guardería o a su abuela, y desconectar en tu trabajo.
Uno no puede ni debe vivir con el hacha de guerra sacado y saltar con cosas que en el fondo ni le van ni le vienen.

¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Qué es lo correcto?.


A mi parecer. Nada [dentro de los márgenes de lo moral]. No hay un guión escrito, no hay una legislación en cuanto a vivir nuestro día a día. Por eso, si me estás leyendo, te diré, que solo tú tienes que hacer lo que te parezca, nunca el 100% de la gente va a pensar como tú. A veces ni siquiera tu propia familia, amigas. Pero lo peor de todo, es, no hacer lo que uno en el fondo desea y frustrarse todavía más porque a pesar de eso, también serás criticado y juzgado.

Y parece que me he extendido demasiado y he terminando hablando de otro tema. En parte me parece que tienen mucha relación. Pues lo que os decía, que en mi día a día solo me importo yo, a la hora de competir y juzgar, sé que a alguna chica le pasará lo mismo, porque a lo largo de estos años recibí muchos mensajes de chicas AUTOEXIGENTES, que no terminan de estar conformes con ellas mismas porque siempre se piden más.
Tener la sensación constante de que nunca terminas tus objetivos a la perfección. Aquí rápido a pensar en la frase de mi madre...LA PERFECCIÓN NO EXISTE. Jajajaja. Pero te dura un ratito, luego tu cabeza empieza a martirizarte. Si me centro muchísimo en mi hija siento que estoy dejando de lado todo el trabajo por hacer y no progreso en cuanto a objetivos marcados. Si me centro en el trabajo y ocupo la mayor parte de mis pensamientos en él, de repente otra voz interior me dice que estoy perdiéndome muchos momentos con mi familia, amigas. Ni siquiera me doy el gusto de cogerme un rato para mí de verdad, sin móvil, sin ordenador, sin nadie. Prefiero pintarme las uñas yo misma, mientras contesto los mails o avanzo con cualquier cosa editando en el ordenador, hacerme una limpieza rápida frente al espejo, echarme crema de forma obligada porque sino se me cae la piel de la cara a cachos y siempre teniendo como excusa en mi mente de que no tengo tiempo -para mí-. A pesar de mostrar en mis redes sociales que disfruto de algunos momentos. (para las extremistas!! claro que disfruto de muchos de ellos, espero que entendáis lo que quiero transmitir).
Describiría un 2016-2017 con prisa extrema, empalmando planes y planes al día para intentar llegar al siguiente. Cabrearme porque no contaba con el atasco del siglo, o desear no ponerte mala porque se te caen mil trabajos pendientes. Estrés y ansiedad, altibajos de peso, semanas de comer súper bien. Semanas de cenarte todo porque llevas todo el día sin parar. O contestar mensajes en el baño para mantener la calma en tu red social, que parece que cada vez gusta más y no puedes decaer de alguna manera.
En mitad de ese caos, te encuentras con alguna amiga a la que no ves desde hace incluso años y te dice, ``Jope Judith, que bien te ha sentado tu nueva vida´´o ``Jope Judith, que bien te va todo, ahora se te ve realmente feliz, qué perfectas son tus fotos´´. En ese momento solo sonríes -falsamente- para no dar explicaciones y cambias de tema.
Llevo semanas trabajando conmigo misma para encontrar el equilibrio en cuanto a saber diferenciar: trabajo, familia, ocio, viajes {de trabajo-placer}. Lo positivo que saco es que soy de las que pienso -o quiere pensar- que todo pasa por algo, y haber estado en el momento justo para que me surgieran muchos proyectos me hizo tener la mente tan ocupada, que no pude venirme abajo cuando a lo mejor pensaba en todo lo que me estaba ocurriendo o ya me había pasado en lo personal. Creo que si yo no hubiera tenido esa suerte, a lo mejor ahora estaría viviendo con una gran depresión. Lo negativo -o no tan bueno- es, pasado ese tiempo, cuando voy digiriendo todas las decisiones tomadas, haberme metido en tantas cosas a la vez que sin yo misma darme cuenta soy incapaz de sacar adelante.
Pongo ejemplos... Tengo un viaje de placer, y acepto 2-3 trabajos que me van a hacer sacrificar muchos momentos de ese viaje para poder llevarlos a cabo. Y siempre, manteniendo la sonrisa para no contagiar a los de mi alrededor el estrés que llevo dentro. Al final, siento que mi yo interior ni ha disfrutado al 100% de ese viaje, y a su vez, el trabajo podría haberlo hecho mucho mejor (pensamiento de persona exigente) si no hubiera estado a la vez de ocio. Aquí no hay otra solución que elegir, ¿verdad?. Una cosa u otra. Y, si elegimos ambas, entonces encontrar el equilibrio el cual no nos haga sentir mal por ninguna razón. Os he puesto un ejemplo tonto, pero podéis llevarlo a cualquier situación.
Cada cosa que hago, cada ratito que organizo trato de ser la mejor para mí misma. Me tomo una celebración como un reto a la hora de ser anfitriona. Simplemente, soy maniática a la hora de sentarnos a comer porque me gusta verlo bonito, detalles que al menos a mi vista marcan la diferencia. Tranquilas, que estoy bien. Pero sí he querido abrirme un poco por primera vez a cosas que me han ido pasando estos años y que nunca he contado. Esta no es mi vida diaria, pero cuando uno tiene un BLOG de lo que sea, creo que la forma de engancharse a él es mantener una continuidad. Lo hice con las recetas, con los looks, pero de repente llevo meses sin tener una asiduidad porque me es imposible, y a veces por Instagram os digo que estará el post a las 00H y lo termino subiendo a las 2 de la mañana -tal y como me pasó a yer mismo- porque no calculo bien los tiempos. Porque quiero, quiero, quiero, y no llego.
Yo sé que para vosotras muchas veces véis una foto, un stories. Pero creedme que ese es el final de todo un trabajo detrás. En mi caso prácticamente los 7 días de la semana. Pensando, creando, leyendo. Muchos días intercambio más de 80 mails, para llevarlos todos al día. Muchos de ellos son simples, otros llevan mucha miga. Asi que desde aquí, quiero pediros en parte perdón por prometeros a veces mucho contenido que luego no ha llegado.
Voy a empezar este año centrándome en algunos pequeños objetivos y así seguramente que los iré cumpliendo, manteniendo y, poco a poco podré avanzar sin agobios. Disculpadme si me notáis -algo más lenta-.

Otro de mis objetivos es más tiempo con los míos. Con Daniella, aunque no lo creáis, a pesar de ser tan buena, reconozco que desde que nació, la relación con mi madre y mi hermana cambió cada vez que nos veíamos. Ya no éramos las tres, ya era casi siempre, Daniella. No significa que no fueran o sean malos, simplemente, diferentes. Y nos echamos de menos. Por eso, hace unos meses quisimos marcharnos un par de días al norte. Lógicamente no podemos hacerlo cada dos por tres. Pero un ratito, de, una comida, o un café a solas nos da mucha energía.

DECIR NO. No pasa nada y lo sé. Pero siempre me da pena todo el mundo y al final hago cosas un poco en contra de lo que me apetece. Siempre pienso más en el otro que en mí y me paso la vida agradando a la gente olvidándome de mis pensamientos, sentimientos y emociones. Me gusta cuando una persona defiende lo suyo como lo intocable y yo debo de aprender un poquito de eso, y entender que nadie tiene porqué enfadarse cuando dices no. Más bien entenderte.

Más Presente y Menos Futuro. De mi hermana y yo siempre fui yo la ahorradora. La que salía a comer con mis amigas y prefería no pedirme el postre y así que me sobrara algo. A veces no para quedármelo, sino para devolvérselo a mi madre. Ella siempre le cuenta a todo el mundo -con risas- que yo venía de fin de curso con regalos para todos y con muchísimo dinero que me había sobrado, que no sabía cómo lo hacía. Me encanta regalar, me encanta ser detallista, tener mi casita bonita, mi menaje de cocina renovarlo siempre que puedo, pero me preocupa el futuro. Más todavía desde que tengo a Daniella. Y eso a veces me hace retraerme de algunas cosas. Nada que ver con ser agarrada, porque llevo el monedero siempre por delante. A los míos les ``doy´´lo mejor, pero en cambio para mí, me cuesta mucho más darme un capricho. Con esto no quiero decir que todos los meses haga la compra del siglo, pero sí, ya que tengo la suerte de trabajar, y de ganar mi dinerito, no tengo porqué sentirme mal si de vez en cuando me apetece hacerlo.
-Recuerdo hace ya más de un año como llegué a pasarlo mal cuando algún perfil falso me decía que vivía a costa de otras personas-. Y aquí, sería un largo capítulo pero no lo voy a hacer, porque siempre hay temas de los que uno no puede hablar. Sí quiero hacer un pequeño resumen. NO, no lo he hecho NUNCA. Que ojo, no es nada criticable, porque cada pareja toma las decisiones de la economía de su casa. Pero estoy muy orgullosa de no haber cambiado nunca mi estilo de vida entrando lo que entrase en mi casa. Viviendo en una casa u otra. Teniendo una pareja u otra. Lo que me compro, me lo compro yo. Desde mi coche, mi carrera, mis más de 10 títulos, mi máster, hasta mi operación de pecho. He tenido que leer demasiado y nunca he contestado. Y si tengo que dar las gracias en algo es sin duda a mis padres. Pero la vida me ha demostrado que no he sido más feliz por tener algo grandioso. La felicidad me la ha dado por ejemplo, el ser mamá. El seguir teniendo a mi amiga de siempre -este año nos veremos más-, el seguir siendo una chica trabajadora, amable y humilde. Y eso NO quiero cambiarlo por nada del mundo. El haber conseguido ser una persona {totalmente} independiente me ha hecho ganar mucha confianza en mí misma. No sólo en independencia económica, sino en forma de pensar, criterios y valores que uno mismo tiene y que por unas cosas u otras, llega un momento en el que no sabes ni lo que opinas de nada.

Y valoro todo mucho. Yo sé que las fotos y las redes sociales muestran mucho materialismo, cosas nuevas, viajes soñados, momentos especiales, shopping, pero valoro cada cosa que tengo, cada cosa que compro, cada cosa que me regalan. Sé que parece poco creíble cuando por tu trabajo recibes paquetes a diario y no tienes que gastarte el dinero en muchos cosas. Pero los valoro, y todo el que vive cerca mío y me conoce lo saben. Que aunque me den un regalo por mi cumple, estoy esperando una notita que le acompañe y me dedique unas palabras. Las pequeñas grandes cosas, esas que ahora llamamos así. Los míos de verdad son personas humildes, que disfrutan de las personas más que de las cosas y ellos saben que detesto rodearme de personas sobradas, crecidas, que te miran el bolso que llevas antes que a la cara. Y eso nunca va a cambiar de mí. Insisto, que siento que no podáis conocerme en mi esencia, lo natural que yo soy. INCISO (-para que os riáis-) A pesar de no parar de leer lo requeteoperada que estoy, ... no debería explicar esto, pero por favor, que dejen en paz a mis pómulos que son míos. Que lo único que tengo hecho en la cara es perfilado de ácido hialurónico del labio superior en dos ocasiones. Que los pómulos fueron mi complejo hasta bien mayor, y que solo hubo una época que los perdí, que fue precisamente cuando empecé el blog, época en la que ni yo misma, ni mi madre, me reconozco. Que con 1,70 m que mido no pesaba ni 50 Kilos. Perdí todo.
Y ahora a lo importante. Y termino.
Que tengo que agradecer mucho a la vida, y que aunque me he sentido muy culpable por en su día tomar la decisión más importante de mi vida, creo sin duda que hice bien, y que merecía depender en cuerpo y alma de mí misma. Que todos, deberíamos tener ese derecho y no resignarnos. Que decidir es de VALIENTES, que a cada paso que damos, sea de lo que sea, va marcado de una decisión. Y nunca sabremos que pasaría sí...damos el paso. Pero es que tampoco lo sabremos si no lo damos. Y que todo lleva un proceso, yo mentiría si no os dijera que he salido de él 100%.

Me comprometo a ser yo misma, a no abarcar lo que no puedo. A mantener un orden en lo que lleve a cabo. Y que si no se puede no se puede y no pasa nada. Y os juro que casi a diario me surgen muchas ideas que compartir. Prefiero de corazón no deciros nada, simplemente deciros que lo que está por venir no va a estar escrito aquí hoy sino que lo váis a ver, y lo notaréis.
Y gracias por las personas que se han atrevido a mandarme un mail para decirme que no tenían instagram porque a ellas lo que les gustaba era leer. Y que en su día les encantaba mi blog, pero que habían perdido el hilo, de unas entradas con otras. TODA LA RAZÓN.
GRACIAS, porque las críticas constructivas si son eso, siempre te hacen crecer.

PD.- Pienso hacer estos POSTS tan míos porque me encanta sentarme y escribir, y voy a intentar, a pesar de que me guste ``la perfección´´en muchas cosas, intentar llegar a vosotras y mostraros mis mayores imperfecciones, porque me niego a que se me critique sin conocerme.

Y gracias. Porque gracias a ti, a ti, a ti, y a todas las que me seguís, mentiría si dijera que mi vida profesional ha cambiado totalmente.

JUDITH💫



Con la tecnología de Blogger.
Back to Top